lunes, 22 de mayo de 2017

LA ISLA QUE FUE PARADISIACA

LA ISLA QUE FUE PARADISÍACA
MARÍA GUADALUPE RICO MARTÍNEZ
     La UNESCO alrededor del mundo asigna el título de Patrimonio de la Humanidad, puede ser un bosque, montaña, lago, cueva, desierto, edificación, complejo arquitectónico, ruta cultural, paisaje cultural o ciudad. Se trata de catalogar, preservar y dar a conocer sitios de importancia cultural o natural excepcional para la herencia común de la humanidad.
   La isla Henderson, representa el 67% de la superficie total del territorio de las Islas Pitcairn, pertenecientes a la Gran Bretaña.  La Isla, sobre el Océano Pacífico sur a medio camino entre Chile y Nueva Zelanda, está totalmente deshabitada. ¿Un lugar paradisiaco o idílico?  La realidad es otra.
   La ausencia del hombre no ha sido impedimento para que hoy haya sido catalogada como la porción de tierra más contaminada del planeta. La situación geográfica, casi en el centro del remolino o gran corriente marina del sur del Pacífico, explicaría la elevada acumulación de residuos en unas costas que se encuentran a 5.000 kilómetros de la ciudad más próxima. Científicos de la Universidad de Tasmania y de la Sociedad Real para la Protección de las Aves de Reino Unido, publicaron el reflexivo estudio en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.
   Esta polución plástica tiene un efecto significativo en la vida silvestre y en los hábitats marinos. La investigación señala 17,6 toneladas de plástico: 37,7 millones de trozos de basura en la playa, 671 piezas de plástico por m2, 68% de la basura bajo la arena, 13.000 trozos de basura nuevos por día. Además de objetos vinculados con la pesca, se encontraron -entre otros- cepillos de dientes, encendedores, cuchillas de afeitar y sombreros de plástico duro, elaborados  en lugares como Canadá, Nueva Zelanda y Alemania.
   La isla Henderson, Patrimonio de la Humanidad desde 1988, vive las consecuencias del consumismo y de los malos hábitos de los seres que habitamos la Tierra. La realidad rebasa a la imaginación. No solo los espacios en donde se aloja el hombre los contamina, el resultado de sus acciones van más allá de lo inesperado. ¿A quién habría que aplicarle el axioma “el que contamina paga”?
EJEMPLO.-En lugar de guardar luto, las aves silvestres parecen adaptarse a la muerte de un compañero de bandada aumentando número e intensidad de relaciones con otras aves, según un investigador de Oxford.
lupitarico@hotmail.com                                                                
http://verdeclaronoticias.blogspot.mx/


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Periodista, de formación universitaria (Universidad Veracruzana).

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